¿Te preocupan los cambios en tu vida?

Barca de remos

Preocuparse es ocuparse de lo que aún no ha ocurrido y tal vez no ocurra nunca.

Habitualmente nos gusta controlar lo que sucede a nuestro alrededor porque nos da una cierta seguridad tenerlo todo bajo nuestro control. Los cambios suelen ser percibidos como eventos que van a sacudir nuestra vida y como desconocemos si lo que puede venir va a ser beneficioso o perjudicial para nosotros, nos resistimos a ellos y nos agarramos al salvavidas que nos mantiene a flote sin parar a pensar que la mano que nos tienden, puede ser para subir a una nueva embarcación.

El apego a las relaciones, objetos o situaciones que no podemos controlar, nos crea un estado de temor o ansiedad a perderlas, cuando no sabemos si en realidad es lo que necesitamos, dejar algo que ya no nos es útil para quedar libres y recibir algo que sí nos será de utilidad.

El desapego, por el contrario, es reconocer que no sabemos lo que es bueno o malo para nosotros y confiar que la vida nos quita y nos trae lo que necesitamos en cada momento.

El apego implica estar vigilantes y estresados por controlarlo todo para que sea como pensamos que debe ser y éste estado nos traerá problemas si las cosas no son como pensamos que deben ser.

El desapego por el contrario es el «dejar ir» o «let it go» implica fluir y confiar en que la vida me traerá lo necesario en cada momento.

¿Acaso la flor está controlando si habrá sol, tierra o agua para su crecimiento?

¿Acaso la flor tiene que esforzarse en crecer?

O simplemente crece sin esfuerzo cuando se dan las condiciones.

¿Por qué no aprendemos de la naturaleza que simplemente Es y no tiene que hacer nada?

Cuento del campesino chino.

Había una vez un campesino chino, pobre y sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo.

Un día el hijo le dijo:
-¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
-¿Por qué le llamas desgracia? – respondió el padre – veremos lo que trae el tiempo…
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
-¡Padre, qué suerte! – exclamó esta vez el chico – Nuestro caballo ha traído otro Caballo.
– Por qué le llamas suerte? – dijo el padre – Veamos qué nos trae el tiempo.
En unos cuantos días más, el chico quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo.
El chico se rompió una pierna. -¡Padre, qué desgracia! – exclamó ahora el chico – ¡Me he roto la pierna!
Y el padre, con toda su experiencia y sabiduría, sentenció: -¿Por qué le llamas desgracia? ¡Veamos lo que trae el tiempo! El chico no estaba convencido de la percepción de su padre, sino que gimoteaba en su cama.
Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.

Lo que nos enseña la vida es que lo que consideramos como negativo o una desgracia, con la suficiente perspectiva del tiempo puede ser percibido como algo positivo o una suerte y viceversa, por lo tanto, que hay que desapegarse y aprender de las situaciones que nos trae la vida.

Una respuesta a «¿Te preocupan los cambios en tu vida?»

  1. La vida es un libro donde los capítulos no están escritos y por eso vamos leyendo la vida al momento, es por lo que la fortuna o la desdicha va llegando y hay que mirarla desde el punto de vista de el momento.

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